Wednesday, May 21, 2014

WANG WEI Y YO

El niño oye el lamento de los pinos cual guerreros por su señor.
El joven ve las casas teñidas por la luna que nada entre los pinos.
El que soñaba emular a los generales antiguos
no imaginó que sería el héroe de otro hombre
que sueña, como él, con la armonía
y está atrapado por techos que marchan en monotonía.
Nos legó el orden de una canción de tinta
que se lleva un río
o se yergue en un monte recordado,
y el del boceto que se forma al barrer
hojas y flores caídas de un lienzo
que tus hermanos olerán en una aldea lejana.
Wang Wei me enseñó
que conocer la música de un alma
es la comprensión última.
Que la Tierra de las Hadas se visita una sola vez
y que mendiga en vano la nostalgia
por no haber entrado en ella cuando pudo.

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