Tuesday, December 13, 2011

DOCE POEMAS A LA AMADA

Otras cosas guardadas. Luego subo más. Alguien los gozará. Whatever.

I
Cuando ni un asomo de este esclavo de tu sombra
cruzaba aún tu recuerdo inaccesible,
ya mis ojos me perdían
tras estos ecos de júbilo
imaginando la delicia
por tu olor y tu mirada puestos en mí.
Luego saborearon reflejos de infortunio
por tu partida de mi vientre – el delator,
y de mis ojos – los heraldos,
y de mi mente – tu habitación,
y de mi corazón – remanso y oleaje bravío,
o todo lo que se te antoje
por tu presencia suave y terrible:
alba en la playa, astros en colisión,
viento que desgaja árboles, luna acariciando un lago.
Esta es la sucesión de rastros
que has dejado dentro de mí
aun antes de haberlo sabido.


II
Lo impensado se ha burlado de las realidades
desde que me miró tu corazón.
Tu ausencia ilumina el reflejo de tus besos sobre mí.
Te quedas en el aire
y tengo migas de tus pasos por mi pecho.
Me quedo saboreando la sustancia de tu mirada.
Es como si tuviera esencia un gesto tuyo
y caminara vivo a mi lado
dándome tu aroma y tu roce.


III
Recuerdo tus ojos cerrados y tu sonrisa,
luna asomándose por el follaje,
mientras te dibujaban mis labios
que no mirabas en ese instante lentísimo
de manos ausentes que te buscaban
y ondas crecientes con pulso de mediodía:
jardín rugiente, monte rapaz,
poros temblorosos, brisa enlazada,
silencio que hierve, vértigo en combate,
húmedo resplandor, voces perfumadas
por tu saliva para mi hambre
y toda tu carne para mi corazón.


IV
Los altos muros no son nada
porque nos amamos.
Se desvanecen, sí, las horas juntos,
pero no se van de mis sentidos,
las únicas puertas hacia tu vida,
y no las puedo cerrar.
Se empecina la huella de tu voz y tu piel
que has llevado desde mi superficie                                                                              hasta muy adentro de mí
como una cicatriz que me abarca
y abre mi memoria de vendaval
para de nuevo rodear tu imagen
con mis ojos, con mis versos, con mis labios.
Así bebo tu humedad en mi boca desde la distancia
y devoro tus suspiros angelicales
llamándome desde la ternura de tu vientre.


V
La visión de ti y tu aroma
que me cincelan el aire
me hacen visitar de nuevo
una representación de tu imagen soñada
y tus palabras que hablan sin sonar ante mí.
Son tan reales como la presencia
de tu rostro bajo mis labios
y de tus manos en mi pecho
mientras mi silencio te escribe.


VI
Es como si no hubiera amado antes.
Con cada instante en que somos uno
iluminas mi corazón por primera vez.
Veo el retrato de mis sensaciones en tus ojos
y destella el eco hondo de nuestra claridad:
el mediodía que forja nuestra piel
y el sol naciente de tu sonrisa
por el placer de nuestro amor,
reflejo del sueño imposible juntos.


VII
Amo tu ser más que humano
para mi piel
y la memoria laboriosa
de mi circulación por causa tuya.
La forma en que siguen tocándome
tus ojos envolventes
como una atmósfera
cuando ya te has ido,
tu luz que ahora alienta
el otro ritmo que tiene mi sangre,
tu piel y tu humedad que nombran
el nuevo sabor que juega con mi corazón.


VIII
Aún no creo haber presenciado estos prodigios:
la sapiencia que descubrimos en tus labios
para atormentar mi inocencia recobrada
y la maestría de tu corazón inexplorado
para mecer en sueños mi ser todo
ensanchado-desvanecido-absorto-iluminado,
aprendiz de esta dicha y esta pena interminables
como tu aroma que me acosa.
Quiero creer que nuestras almas hermanas
Serán cielo y mar en el horizonte pese a todo
si al fin merecimos encontrarnos
- asincrónicamente –
porque comprendimos los signos y el llamado
y subimos la cuesta del torrente
que arrastra a los que no osan hacerse dignos
de pisar el Sinaí sin descalzarse.


IX
Como la sangre acude a nuestros besos,
así sueño que se aproximan nuestros corazones
en cada aquí y ahora que son nuestras ausencias
por las memorias que nos unen.
Mi sangre ya no circula, sino que se desborda
y mi piel no discierne lo imaginario
ni estas sensaciones lejos de ti
de mi estremecimiento a tu lado,
clamores en mi pecho y vientre heridos.
Como si no bastaras tú,
tengo que vérmelas con tu recuerdo.


X
Tu aliento circunda mi piel derretida sobre ti
y tu boca se ha convertido en mi alimento,
el único por cuya ausencia languidece mi corazón.
Soy devoto de tus ojos y tu voz,
fulgores para un sopor crepuscular.
Soy una roca bañada por la espuma en la playa.
Tú siempre vienes y la dejas reluciente
y te vas
y Tántalo con hambre y sed ya no es un mito
y el hígado de Prometeo no puede saciar al águila.


XI
Dura la ausencia como los versos,
avaros sucedáneos de besos que no serán,
rumbos que no seguiremos,
yertos labios, áridas manos
cuyas superficies no conocerán
el obsequio quimérico de tu hermosura
envolviéndome como un sueño
mientras uso consuelos de ermitaño:
la contemplación minuciosa de tu recuerdo
y el logro de una hazaña inútil y dañina:
la imagen laboriosa del olvido
de un espejismo dentro del alma.


XII
No cambiaría la suerte de haber sido tuyo
ni el galardón de tu ternura inexplicable
derramada sobre mí
ni adivinarte suspirando bajo mis labios dibujantes.
¿Qué sustituiría tus pensamientos
posados en mí como caricias?
No me importaría la pena de mi ser
extinto en tu memoria
ni temer que esta aurora interminable
sea luego un crepúsculo que se ensancha
y anuncia la oquedad que me aguarda
para mirar mi pecho vacilante
lleno de tus besos y tus ojos
si tu amor angélico fue mío
y me hizo el obsequio de la eternidad.



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