AMBIGÜEDAD PSEUDOFILOSOFANTE
Entre Caronte y Heráclito
Rema
mi sangre hacia ella y se desborda.
La
vasta travesía no se emprende con monedas.
Me
siento arena que se tarda y, aun así, llega por ubicua.
El
fin del viaje: una conjetura entre hendijas como anclas.
Tras
ellas, si las levara, solo hallaría más afluentes.
Ahora
la dispersión desde los umbrales muestra proximidades.
Redes
sinuosas de sedimento me descalzan.
Entro
en su boca uno y al volver me ha hecho otro.
Me
bañaré en su sucesión tantas veces cuantas corrientes trae.
La
carne misma se vuelve su cauce.
Su
curso invade estas venas en meandros.
Me
llamo sombra calcante de su superficie cíclica.
Incorpora
toda el agua que no se agota al verterse.
Esta
escritura en tramos no se deslíe en las crecidas.
La
impronta de su caudal es la conciencia líquida.
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