Friday, November 21, 2008

EL AZAR Y LA NECESIDAD - Cuento corto (Primer intento narrativo) por Alfonso León Daza Vargas

"The universe is not hostile, nor is it friendly. It is simply indifferent." JOHN HAYNES HOLMES (1879-1964)


“Sería una suerte morir en el instante preciso.”
“¿Y cuál instante es ése, 'ombe?”
“Pues un momento como para librarse de algún hecho terrible e inevitable.”
“Como la muerte.”
“Tan pendejo.”
De este modo discurrían Flaco y Leo al reflexionar sobre el destino humano cuando no estaban haciendo gracejos incomprensibles para quienes fueran ajenos a su percepción del mundo, mordaz y profunda para ellos e infantil y trivial con humos de intelectualismo para quienes los hubieran oído.
Les causaba gracia y podían admitir sin la vanidad herida que sus disquisiciones sobre temas trascendentales no alcanzaban un vuelo tan alto como ellos hubieran querido. “La pesquisa sí está buena,” decía Flaco con una sonrisa traviesa. “Lo malo es que nuestra erudición no da para más. Si fuéramos Bioy Casares y Borges argumentando sobre estas jodas, valdría la pena dejarlas por escrito. Es que hay gente que sí tiene disciplina y nosotros no hacemos más que echar lora y nunca concluimos nada. Pero ya verás que un día de éstos voy a escribir un cuento sobre la muerte.”
“Eso ya se ha hecho,” comenté esa vez. “Tendrás que lucirte en serio, 'ombe. Lo más difícil sería empezar, ¿no crees? Y lo peor, terminarlo.”
“Pues hagámoslo. Hazlo tú también, Leo, y nos criticamos mutuamente. Sin piedad, desenmascarándonos como se debe hacer con los impostores y sus argucias.”
Era otra de sus iniciativas sin comienzo ni mucho menos final pero seguida de un énfasis emocionado que tenía el empuje convincente de lo que dicen los tramposos. No digo que eso lo caracterizara. Al contrario: le faltaba la imaginación del malvado y tenía unos sueños como de niño donde no cabían los engaños, al menos los de tipo malintencionado y con cálculos ulteriores.
Acaso con ese argumento se pudiera justificar su infidelidad si me tocara hacerlo. A veces no se sabe cómo explicar ciertos eventos, qué cosas, ¿no?, es como todo, hay cosas que ni qué, tus ojos de mirar adormecido, the way you make me feel, eu sei que vou te amar,… ya saben.
Bueno, el punto es que mi Flaco se metió en la grande: se vino a enredar de una manera que ni con la Magna ocurrencia de cortar el nudo se libraba. O más bien, eso es lo que hubiera necesitado con Zeus incluido.
Resulta que una semana atrás me había confesado que su cuñada la menor, su suegra y tres de sus alumnas en la universidad le iban a prolongar el apellido. Me habría cagado de risa de no haberle visto la palidez y la cara de angustia al pobre, en serio. Fue duro verlo así sobre todo porque a esas proezas genésicas y a esas hazañas trágicas del ingenio y la ingenuidad les sumó el haber hecho prácticas helénicas con un muchacho emocional, escandaloso y enamorado que había empezado a presionarlo y prácticamente a chantajearlo para hacerlo salir del closet. Cosa imposible dadas las ilusiones de su esposa, quien lo conocía menos que yo y lo adoraba y el carácter de sus padres, que solían expresar opiniones y creencias medio nazis. Yo ya había intuido su perspectiva de género pero nunca hablamos del asunto y respeté su decisión de soslayarlo.
Abrumado por esta encerrona anduvo una semana, asustado y acosado por sueños atroces con persecuciones a lo Judas según Mel Gibson y una desesperación opresiva que nunca había conocido en su vida, la cual había procurado hacer sosegada y pacífica.
En la mañana del lunes, Flaco apenas alcanzó a oír desde la calle un estruendo cuando al concreto del puente sobre él lo quebró un autobús que ya se precipitaba.
Después de hurgar entre la ropa del cuerpo despanzurrado de Flaco, los funcionarios de la Agencia de Investigación Judicial y Forense hallaron entre sus documentos y los datos de Leo un papel con una sola línea que decía: “Sería una suerte morir en el instante preciso.”

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1 Comments:

Blogger Señora Y said...

:O!
Nice!

3:01 PM

 

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